La abogacía es una profesión polivalente, lo que obliga a los profesionales que la ejercen el dominio de diversas habilidades, como el dominio de los conceptos jurídicos, idiomas, oratoria y capacidad de negociación, etc.
Sin embargo, existe un punto que pasa desapercibido en el quehacer profesional de los Letrados: la facturación de los servicios. Incluso, en conversaciones íntimas, muchos compañeros reconocen debilidades manifiestas en este punto, dejando el cobro siempre como la última obligación.
En líneas generales, ¿qué puede hacerse ante esta situación? Las experiencias que he vivido hacen que destaque el trabajo insistente en la facturación de los servicios, puesto que se trata de una condición esencial para la subsistencia del despacho de Abogados. Y esta clave puede resumirse mucho mejor con una frase de Woody Allen: “El 90 % del éxito se basa simplemente en insistir”.
En esta línea, también pueden llevarse a cabo una serie de buenas prácticas que posibiliten una gestión de las facturas eficaz. De forma específica, un despacho debería estar obligado a observar las siguientes pautas:
- La emisión de una hoja de encargo debidamente registrada en el gestor de expedientes y con cláusulas claras y explícitas. Recientemente, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha declarado como cláusula abusiva una penalización al cliente no informada previamente por el Abogado en la hoja de encargo (Sentencia TJUE de 22 de septiembre de 2022, Asunto C-335/21). Asimismo, la emisión de hojas de encargo permite garantizar el pago de impuestos y la presentación de las correspondientes declaraciones.
- La tarificación de los servicios profesionales. Si bien es cierto que la Ley Ómnibus liberalizó los honorarios de los abogados, la fijación previa de unos precios estándar a gestiones concretas facilitará su cobro y la preservación de los datos en el apartado de administración.
- El seguimiento de los cobros y pagos, agendando todas y cada una de las operaciones y procurando asignar los datos bancarios correspondientes.
- La clasificación de las facturas en estos conceptos básicos: “Cobradas”, “pagadas” y “pendientes de emisión”. Una factura no numerada, sin todos los datos y no enviada al destinatario final, es únicamente un borrador.
- El uso de un programa de gestión integral del despacho, que permita el control de distintos datos y estadísticas. Softwares como el de EasyLeapp te ofrecen las soluciones con más garantías en el mercado.
En conclusión, la gestión de facturas no es una cuestión anecdótica. La realización de los cobros y pagos de un despacho es un factor de supervivencia y adaptación en el mercado.